Los amores de Alicia. Cap 5.
Joao
No quería estropear ese recuerdo.
Tenía una amiga de nombre Ari que tenía una familia adorable: papá, mamá, hermana, hermano, perro, gato y un jardín. Ari era muy inocente y yo no me acostumbraba fácilmente a eso, éramos muy diferentes, creo que en el fondo yo la envidiaba, envidiaba su inocencia. Pasaba mucho tiempo a su lado porque sentía que mi brújula moral mejoraba, pero esa era solo una sensación.
Joao, el hermano de Ari, era lindo, en realidad era bastante lindo, tan lindo que tenía una novia, no era guapa y hasta se veía un poco corriente, incluso cambiaría la palabra corriente por común, siendo bondadosa.
Cuando coincidíamos habían coqueteos de una forma natural en el aire, nos sonreíamos todo el tiempo, él era muy sutil y yo una sinvergüenza que se levantaba la falda y acomodaba el escote cuando pasaba cerca, a lo que él respondía con una sonrisa. Lo sabíamos, teníamos un pequeño secreto.
No me molestaba que Joao tuviera una novia, de hecho creo que encontraba excitante el poseer a una persona que ya quiere a otra. Es totalmente válido el sentirse halagada; eres el “all in”.
Del colegio a la casa de Ari habían unas cuantas cuadras, por eso siempre pasaba por ella. Una mañana, mientras esperaba en la sala a que ella salga de la ducha, Joao apareció, me cogió de la mano sin decir ni una palabra hasta que cruzamos el pasillo y llegamos a su cuarto, sé que intentó medir mis reacciones pero yo era una seda en sus manos.
Cerró la puerta y dijo:
- Pequeña, te tengo ganas hace bastante tiempo.
Mientras sus manos me levantaban la falda tableada de colegio que llevaba puesta.
No dije nada, cerré los ojos y dejé que sus manos se dirigiesen hacia mis pechos, olvidamos por un momento el panorama de Ari en la ducha y dejamos todo fluir.
Su manera de tocarme me parecía tan morbosa, él tenía el control de la situación por completo. Mojaba sus dedos, los deslizaba por mis interiores para luego volver a pasarlos por mis labios, me desvistió poco a poco hasta que logró meter su pasión en mí con sus manos fuertemente sujetas a mis caderas, sintiendo su agitación en mi cabeza. En un momento mágico y decidido por los dos, comenzó a pasar su lengua por mi sexo, fue la primera vez que sentí placer desde mis pies, hasta que cogió mi cuello con fuerza, asfixiándome, él era placer, dolor, fuerza, furia y deseo. Y llegué.
Y él también terminó.
Me bajé la falda, acomodé la blusa, arreglé mi cabello y salí a sentarme a la sala, ordené mi maleta y esperé a Ari con una sonrisa cachosa, la saludé con un beso en la mejilla y salimos juntas.
Nunca conté lo sucedido, no volví a ir más a casa de Ari, no volví a ver a su hermano, ¿por qué? Simple, no quería estropear ese recuerdo.
*Nombre cambiado para proteger al verdadero inocente.